La credencial de elector en México no solo es un documento de identificación esencial en la vida cotidiana, sino que también desempeña un papel crucial en el proceso electoral. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar en la cantidad de datos personales que contiene.
Es importante que reflexionemos sobre los riesgos de vulneración y cómo proteger nuestra información, sobre todo en esta época electoral en la que esta identificación se convierte en “oro molido” para algunas personas que buscan hacer un uso indebido de ella.
Nuestra credencial de elector contiene nuestra fotografía, nombre completo, la clave de elector generada por el Instituto Nacional Electoral (INE), la Clave Única de Registro de Población (CURP), fecha de nacimiento, sexo, firma, domicilio (con entidad federativa, municipio y localidad) e incluso nuestra huella dactilar.
Es importante agregar que antes de que una institución pública, una empresa o cualquier persona particular solicite una credencial para votar, debe poner a disposición de las personas un Aviso de Privacidad, donde se informe el tratamiento que se le dará a los datos personales.
Lo anterior es de máxima relevancia, pues en cada credencial de elector yace una riqueza de datos personales: nuestra identidad, nuestra dirección, nuestra historia. Estos datos pueden convertirse en armas si caen en manos equivocadas durante el proceso electoral, sobre todo en esta época que es muy común que se nos solicite para afiliarnos a algún partido o incluso para coaccionar nuestro voto —lo cual es ilegal—.
Nuestros datos personales no están a la venta; el riesgo de suplantación de identidad, fraude electoral y uso indebido de información es real, y es responsabilidad de cada uno de nosotros estar alerta y tomar medidas para proteger nuestra privacidad y la integridad del proceso democrático.
Mantener nuestra credencial de elector segura, denunciar cualquier irregularidad que observemos durante la votación y participar activamente en la vigilancia del proceso electoral son acciones concretas que todas y todos podemos tomar para preservar la integridad de nuestro sistema democrático.
Existen la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de Particulares y la Ley General de Protección de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados, mismas que resguardan nuestros datos personales, pero la responsabilidad última recae en nosotros, las y los ciudadanos.
Recordemos que el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), puede resolver recursos de revisión (quejas ciudadanas) cuando las instituciones públicas (incluido el INE o los partidos políticos) obstruyen los derechos de las personas al acceso, rectificación, cancelación u oposición al tratamiento y portabilidad de los datos personales.
Debemos ser guardianes de nuestra privacidad y estar dispuestos a defender nuestros derechos en todo momento. En un mundo donde la información es poder, proteger nuestros datos personales es una forma de empoderamiento y resistencia contra posibles abusos y manipulaciones.
@JulietDelrio