Cada 25 de noviembre, el mundo conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha instituida por la ONU para visibilizar uno de los mayores desafíos para los derechos humanos. En su origen, esta jornada recuerda el asesinato de las hermanas Mirabal, un símbolo de resistencia frente a la opresión.
Si algo he aprendido a lo largo de mi trayectoria como defensora de la transparencia y la protección de datos, es que el acceso a la información es una herramienta de transformación social, y puede convertirse en un escudo para quienes están más expuestas a la violencia.
Cuando las mujeres pueden solicitar y obtener datos públicos (estadísticas sobre feminicidios, órdenes de protección, políticas de atención, fondos para refugios) adquieren un conocimiento vital para defender sus derechos. Gracias a los recursos de acceso a la información, muchas mujeres han podido conocer sus derechos, luchar por lo que les corresponde y tomar decisiones para una vida estable y con justicia.
Pero no basta con obtener información; también es fundamental proteger la privacidad de las mujeres. Sus datos personales valen oro; debemos cuidarlos y denunciar cualquier vulneración. La exposición de datos privados sin consentimiento incrementa riesgos, revictimiza, y perpetúa formas de violencia que todavía no hemos erradicado.
La violencia hoy se manifiesta también en los espacios digitales mediante campañas de odio, acoso, amenazas. Para contrarrestarla, la transparencia debe ir de la mano con la protección digital.
La conmemoración del 25-N no debe quedarse en gestos simbólicos. Es urgente que las instituciones fortalezcan mecanismos de rendición de cuentas con perspectiva de género, que publiquen datos desagregados, que apoyen políticas de prevención, atención, reparación. Pero también que garanticen que las mujeres puedan ejercer su derecho a saber sin poner en riesgo su bienestar ni su seguridad.
Desde mi experiencia, sostengo con convicción que la transparencia y la protección de datos no son fines en sí mismos, sino medios poderosos para empoderar a las mujeres, para que decidan, para que reclamen, para que no vivan con miedo ni en la oscuridad. En este Día Internacional, hago un llamado para que todas y todos (gobiernos y sociedad civil) trabajemos juntos para transformar la cultura de la violencia. Porque una información clara, accesible y segura puede salvar vidas.



